jueves, agosto 26

cordòn umbilical.


Le pedì perdòn por saber todo de sus problemas, por no tener soluciòn en polvo màgico para ellos, por no conocer la razòn del sentimiento, por no saber contar las veces que debì decir que si con una sonrisa incrustada, por no contener las ganas de mirar soslayadamente la puerta de huida, por morir a cada instante si la voz lo permite, por sufrir la metamorfosis de saber que no va a estar ahì cuando lo decida.
Habìa cierto matiz en su tacto, uno demasiado desprolijo o demasiado bien ubicado.
Mantenerme al margèn siempre me llevo a sentirme una sangrìa...


 
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